La obra de Santiago González se presenta como un conjunto de ejercicios de composición que giran en torno a una misma idea y reglas comunes aunque bastante abiertas, se trata de esculturas de madera de tamaño medio hechas a base de trozos de madera reciclados y y algunas veces tratados es decir tratadas las texturas y los colores. Son esculturas abstractas de aspecto ruinoso y decadente con aspecto de desequilibrio ordenado y abandono, en cierto modo aluden al paso del tiempo y el “venirse a menos” como estructura como cuerpo como sociedad y como individuo, son como esqueletos de edificios, la luz pasa a través de ellas, no tienen cuerpos opacos y son ligeras y en general altas y delgadas, tienden a la verticalidad como si fueran ruinas de rascacielos.

Mi  idea es enseñar los huesos, la ruina, algo real, algo sin endulzar, es mi forma de contraatacar a la mentira de la vida, así me defiendo de la despersonalización de la vulgaridad y del olvido y así reivindico mis ideas y mi visión en tres dimensione, generalmente sin palabras.