El caballo emite un hechizo atávico sobre los humanos y ha impregnado el arte desde tiempos inmemoriales. Tal vez sea porque la belleza única del animal despierta un deseo profundamente arraigado de poseer una de nuestras pertenencias más preciadas. Y el arte, como el historiador del arte francés, René Huyghe, argumenta en su ensayo del siglo XX El arte y el espíritu del hombre, trata sobre la posesión.

El caballo es ampliamente considerado como uno de los animales más elegantes, en gran parte debido a su altura y la simetría creada por sus cuatro patas. Muchos artistas han sucumbido al deseo de capturar la forma cerrada, casi geométrica de su cuerpo sobre lienzo, interrumpida solo por el cuello y la cabeza en la parte delantera y la cola en la parte posterior.

Históricamente, el caballo ha sido uno de los elementos más característicos en la representación de los reyes y la nobleza. Jugó un papel fundamental en las guerras de edades pasadas y en la caza, la otra actividad principal de monarcas y señores.

En Horses and Muses, el artista español Okuda San Miguel da su propia versión de este icónico animal, interpretado en su estilo único, caracterizado por el uso de la geometría y la profusión de colores. El concepto se complementa con otra idea que ocupa un lugar destacado en el trabajo reciente de Okuda: la elevación de sus personajes imaginarios al estado de las musas, tanto masculinas como femeninas, que lo acompañan en la mayoría de sus obras.

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Imagen: Okuda San Miguel