Pensar en el trabajo de Ignasi Aballí (Barcelona 1958) y las oposiciones e inversiones que convoca de repente hace que esta frase recuerde al famoso Libro de la Intranquilidad: «La soledad me desespera; la compañía de otros me pesa. » de Fernando Pessoa. Cualquier analogía entre el artista catalán y el escritor portugués puede parecer perfectamente incongruente e irrelevante ya que este último, en particular, ha escrito su trayectoria literaria en el marco de una ficción radical; una ficción que es totalmente ajena al universo de Aballí, que, por el contrario, ancla su trabajo en lo real que le proporciona alimento para el pensamiento pero también materiales: ya sean objetos, recortes de periódicos, grabaciones, mediciones o ocurrencias del espectro de color entre otros ejemplos.

Pero, sin embargo … De un lado o del otro, con referentes y resortes por supuesto muy diferentes, hay una lectura, un análisis del mundo que para muchos es una observación escrupulosa y lúcida no de su absurdo sino de elementos que hacen que la lectura sea compleja, porque se basa en incertidumbres y oposiciones vertiginosas e interminables.

Si la presente exposición se llama «casi invisible», la última del artista en la galería en 2015 fue «casi visible», mientras que la exposición dedicada a él en 2016 por el Museo Nacional Centro de arte Reina Sofía, en Madrid se tituló «sin principio / sin fin».

Otra vez, Pessoa: «Tomé la costumbre de sentir lo falso como lo verdadero, las cosas soñaron tan claramente como las cosas vistas, que perdí la capacidad humana, erróneo, me parece, para distinguir la verdad de mentir. Si no hay preocupación por la falsedad en Aballí, siempre hay una incertidumbre acerca de la verdad establecida.

Así que cuando expuso una larga serie de casi dos centenares de hojas de papel en cada uno de los cuales estaba registrada, apenas legible, el término «casi», seguido de un adjetivo siempre diferente (Casi, 2018). Nada es tan hermoso, pero «casi hermoso». El adverbio es recurrente y tenaz, un signo de la imposibilidad de conservar un significado definitivo, de encerrar la lectura y especialmente de significar un logro.

¿De esta inestabilidad constitutiva de la realidad, de la dificultad, de la imposibilidad?. Para garantizar que la naturaleza misma de las cosas esté de acuerdo con lo que creemos, Ignasi Aballí dibuja un trabajo complejo basado en similitudes y oposiciones que impone al otro, al espectador, la necesidad de elegir, para decidir qué lectura finalmente abraza de las que se le presentan. (Frederic Bonnet. Ext)

Las obras de Ignasi Aballí desafían permanentemente la atención y percepción del espectador. Utilizando estrategias características del arte conceptual, como el texto, el archivo y el documento, sus proyectos subvierten las distinciones entre géneros artísticos como la pintura, la literatura, la fotografía, la instalación, el cine y el vídeo y cuestionan, asimismo, el sistema de convenciones de la representación de la obra de arte y el valor cultural o económico de los objetos.
Desde los inicios de su trayectoria en los años 80, una serie de constantes y preocupaciones han centrado su labor: la invención y reorganización de textos, imágenes, materiales y procesos, confrontando la presencia y la ausencia, lo material y lo inmaterial, lo visible y lo invisible, la transparencia y la opacidad, la apropiación y la creación. Así, relaciona el exceso de imágenes en la sociedad actual con la escasez de significados que se les atribuye. La obra de Ignasi conjuga piezas con un alto contenido crítico, creadas mediante el uso de referentes cotidianos, para aludir a la propia exposición de su obra y al juego de la percepción por parte del espectador.

Galerie Thomas Bernard. 13 rue des Arquebusiers. F-75003. Paris

http://www.galeriethomasbernard.com/fr/

http://ignasiaballi.net

Imagen: Ignasi Aballí. Componentes del aire, 2017