En un artículo sobre Franz Mesmer, el fisiólogo austriaco que sostenía poder curar enfermedades, canalizando un “magnetismo animal”, Christopher Turner dice que “Los mesmeristas lioneses afirmaban que sus pacientes podían ver sus propias entrañas al entrar en trances sonámbulos y de esa manera hacer auto-diagnósticos asombrosamente precisos. ” De la misma forma, cuestionar la unidireccionalidad de la visión hacia el exterior, volviéndola hacia lo interno, parece una constante en el trabajo reciente de June Crespo (Pamplona, 1982).

Las esculturas  se manifiestan en gran medida como superficies que no tienen ni interior ni exterior, o como puntos de entrada, orificios de dos tipos: arquitectónicos (drenajes, alcantarillas) o del cuerpo. Estos últimos son sugeridos burdamente a través de la escala humana y tienen un carácter abyecto, algo que aparece consistentemente cuando Crespo evoca el cuerpo, aquí y en trabajos anteriores. Las vasijas de cera que prestan su boca a estos cuerpos en ciernes forman una suerte de perineo; están vestidas con ropa barata sintética: ven a conocer la Lady Line de Gioni Feroli. Estas formas también aparecen en metal, amarradas a las paredes del espacio exposición. Sus oquedades casi secretan los restos de su fabricación. La palabra “orificio” viene del latín orificium que a su vez está formada por os o or, “boca”, y facere, “hacer”. Es un hueco activo.

Crespo siempre encuentra sentido en su trabajo después de los hechos. Es una estrategia metodológica mediante la cual la artista produce formas y las combina, revelando una tensión entre los elementos que se manifiesta en su fricción, fusión o distancia leve. Es el caso de las piezas Architecture dismembered, que producen una especie de paisaje, un horizonte industrial decadente, una acumulación fantasmal. Crespo hace guiños a una series de referencias de la cultura material popular pero las trunca intencionalmente antes de que puedas enunciar algo. Están presentes, pero de algún modo vacías.

Existe una relación dialéctica entre las formas tímidas y fortuitas que surgen de la experimentación con nuevas técnicas y la memoria incrustada en la acumulación de la práctica. Lo artesanal sirve para desviar la intencionalidad y apuntar hacia la importancia de lo incidental que aparece en el proceso de producción y encuentra su lugar una vez nace como forma, como en el caso de las vasijas de metal “defectuosas” o las superficies de cemento “rotas” cuyas aberturas permiten ver a través de varias capas de materiales al conectarse a través de la estructura. Esta metodología aplana cualquier relación jerárquica entre los elementos que se combinan en sus trabajos para convertirse en peana, marco y escultura a la vez.

La obra de Crespo es el resultado de una serie de decisiones conscientes e inconscientes, una traducción de los intuitivo a lo sensual, de lo latente a lo visible, resistiéndose a la narrativa – aunque esta pueda surgir en un segundo tiempo. Hay una transgresión persistente de la forma y una recombinación de elementos a partir de la transformación material constante, especialmente en las piezas Instrumentos y fetiches creadas con ensamblajes de cera hechos a partir de moldes de objetos cotidianos (discos de vinilo, rotuladores etc), una vez fundidos son cortados y soldados nuevamente.

Ser dos cita tímidamente la obra del mismo nombre de Luce Irigaray al hacerle honor a la indeterminación y escapar la identificación. Catalina Lozano, 2017

Uma Certa Falta de Coerência. Rua dos Caldeireiros 77. 4050-140 Porto. Portugal

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Imagen: June Crespo