El afecto como arquitectura subversiva es un proyecto del colectivo español de arquitectura Recetas Urbanas que explora cómo crear espacios arquitectónicos y educativos alternativos a través de la autoconstrucción participativa y la ciudadanía activa. Al desestabilizar los supuestos generales sobre las estructuras públicas y sus marcos legislativos, este proyecto presenta nuevas estrategias arquitectónicas para escuelas, centros comunitarios y plataformas de educación superior que priorizan la interacción con la naturaleza y la construcción de comunidades sostenibles.
Durante los próximos dos meses, The Showroom servirá como un laboratorio donde los miembros de Recetas Urbanas, la arquitecta Blanca Pujals y otros colaboradores compartirán su investigación, impartirán talleres, facilitarán la autoconstrucción y fomentarán diálogos con colectivos y agencias locales. Ampliando el estudio del colectivo de una escuela forestal en Biggin Woods, Croydon, The Showroom se convertirá en un espacio multipropósito que combina las formas y funciones de un archivo vivo de proyectos anteriores, un foro social para temas de actualidad y un estudio de trabajo. para futuras construcciones, creando un ambiente dinámico de aprendizaje comunitario.
El afecto como arquitectura subversiva busca reconfigurar nuestra comprensión de los espacios sociales y facilitar nuevas formas de autogobierno, creando la posibilidad de que los ciudadanos participen en la construcción de la esfera pública. Además, su objetivo es crear una economía circular mediante la cual el espíritu del aprendizaje colectivo y la construcción sostenible cree no solo estructuras, sino también comunidades autoempoderadas. Este gesto poético de colectividad radical tiene como objetivo desafiar nuestra comprensión de cómo se conciben arquetípicamente los lugares de aprendizaje y sugerir formas alternativas de construcción física y conceptual de escuelas, educación y conocimiento.
Convocados por Recetas Urbanas, Elvira Dyangani Ose y Raúl Muñoz de la Vega
La formulación de cualquier «prescripción urbana» implica un acto de generosidad, tanto del estudio como de cada uno de los individuos que participan en su desarrollo, transformado en un gesto político, estableciendo la condición de posibilidad para la generación de un espacio social. Un espacio que desafía lo que originalmente impusieron los poderes políticos que regulan la administración pública. Un espacio social que reivindica nuestra capacidad de intervenir, nuestro rol de participación, nuestra responsabilidad en el proceso de toma de decisiones, nuestra capacidad como agentes activos de cambio. Todo el tiempo, como establece Cirugeda, uniendo la acción ciudadana y la gestión democrática de calidad.

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