El fotógrafo Pedro Orihuela nos ofrece imágenes de la Casablanca confinada durante los tres meses, de mediados de marzo a mediados de junio, en los que la ciudad se vació y silenció como nunca antes habíamos visto.

Casablanca es normalmente una ciudad ruidosa, bulliciosa, amontonada. Calles con atascos, cláxones que no cesan, gente a pie, motos…miles de motos, bicicletas, camiones, camionetas, todo tipo de transporte, mecánico o animal, el tráfico es densísimo. Circular por la ciudad es toda una aventura.

Pero todo esto cambió con el confinamiento, las reglas cambiaron en la ciudad de la Grande Mosquée, y el control fue estricto, con coches, furgonetas y motos de la policía en las calles y avenidas principales. El esfuerzo fue impresionante, y efectivo, los números así lo indican. Las calles se vaciaron, se volvieron casi fantasmales, y eso sí que impresiona, en la Casablanca que conocemos.

Pedro Orihuela Orellana es un arquitecto español residente en Marruecos. Estudió fotografía en la Universidad de Sevilla al mismo tiempo que realizaba estudios de arquitectura. Ha colaborado como fotógrafo con diferentes revistas españolas, francesas y marroquíes. En sus proyectos personales, la fotografía se convierte en un medio para compartir sensaciones más que imágenes.  Casablanca confinada, Pedro Orihuela Orellana