Fermín Jiménez Landa propone un grupo de pequeñas intervenciones con la idea de explorar la noción de hogar, escrutando la dimensión pública de lo doméstico, así como las posibilidades de tocar, de reunirse, de guiñar el ojo desde el aislamiento. Puede ser una mirada desde un balcón, un golpe en una pared, un encuentro discreto con vecinos o amigos, una conversación con el fontanero, el olor a comida frita, el sonido de una canción mala o gritos molestos que nos afectan aunque no estén dirigidos a nosotros. Elementos invisibles pero perceptibles, corrientes de aire que se filtran por las grietas, aires comunes, espacios domésticos que no están tan en cuarentena.

La intención es tejer la ubicuidad en la singularidad, lo político por repetición de lo doméstico. Trabajamos en lo contiguo, en lo adyacente, con las paredes, las esquinas, los zócalos, los bordes, los sofás y los espejos en tiempos de cuarentena, gentrificación, airbnb, uber, turismo de masas y migraciones forzadas.

Realizando performances, intervenciones o instalaciones públicas, Fermín Jiménez Landa trabaja en procesos de equivalencia, inversión e intercambio que nos hace ver la realidad desde un punto equidistante entre lo absurdo y lo prudente, lo móvil y lo iconoclasta, lo empírico y lo inverificable. Su obra ha sido expuesta en MANIFESTA 11, Künstlerhaus Bethanien, CA2M, MAZ, Artium, 1646, La Casa Encendida, MUSAC, Travesía Cuatro, y Nogueras Blanchard.