Joan Hernández Pijuan nació en Barcelona en 1931. Su obra se desarrolló un poco aparte de la vanguardia dominante en su época. En el curso del enfoque reflexivo gradual, el paisaje se convierte en el punto central de referencia para el artista. La atención se centra en la idea de ganar espacio desde la intuición y la pintura: «… sería el espacio abierto de un paisaje vivo, no el espacio imitativo, sino un espacio como parte viva de la imagen» (Hernández Pijuan).

El motivo pictórico pertenece al espacio paisajístico como aspecto pictórico, el objeto como forma elemental en reducción simbólica y en relación con este espacio. Esto crea una interacción de lo representado y la superficie como espacio.
De este enredo del nivel pictórico y motivacional resulta el desarrollo paralelo e independiente de las obras en papel. Es un proceso dialógico, mutuamente fructífero entre los medios. En términos de color, prevalecen los tonos terrosos y apagados. Además, el blanco, como la esencia del espacio que contiene luz, gana importancia, «… un color que me atrajo, también por su carácter repulsivo y porque carecía de toda la imitación y porque está al comienzo del espectro» (Hernández Pijuan).
En 2007, la galería publicó un catálogo sobre Hernández Pijuan, que incluía un ensayo del filósofo y teórico del arte estadounidense Arthur C. Danto, que destacaba el estatus especial de Hernández Pijuan en el contexto de la pintura estadounidense.

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