Este proyecto cuestiona dos certezas que han enmarcado las interpretaciones del arte, el conocimiento y las imágenes: nitidez contra opacidad, transparencia frente a hermetismo, luz versus apagón. La celosía ofrece aquí toda su potencia disruptiva: se trata de un espacio dispuesto para mirar, pero a la vez es una encrucijada desde donde nos vemos obligados a traducir, o a descifrar, o a asumir nuestra posición mientras la adquirimos.

Franz Kafka nos dejó, en El Castillo (1926), una imagen desde la que «observar» cómo se erige la arquitectura simbólica del poder, sus estancias infinitas, los vericuetos administrativos y sociales, aquellos sinsentidos que apagan la lucidez o que, por el contrario, iluminan las más violentas abstracciones.

Siguiendo esta misma lógica de normalización de lo absurdo, Leslie Kaplan, con El exceso – La fábrica (1982), y Alain Robbe-Grillet, mediante La celosía (1957), profundizaron en el componente alienante de cualquier sistema jerárquico, ya sea el de la producción material capitalista o el de la administración de los sentimientos.

Mar Arza (Castelló de la Plana, 1976) continúa la estela de los anteriores ejemplos, investigando el reverso de las tipificaciones, así como ciertas mecánicas polarizadas entre clarificar y aturdir, entre estandarizar e imponer. El trabajo del artista ya no puede encuadrarse en un territorio intangible, de igual forma, la contemplación estética ha abandonado su antiguo carácter de epifanía personal. Cuando hablamos de imágenes también aludimos ―sobre todo nos referimos― a unos usos públicos que éstas permiten, o a los que empujan; cuando invocamos a ver estamos convocando una serie de operaciones colectivas e ideológicas, unas tomas de posición.

El proyecto de Mar Arza para La Virreina Centre de la Imatge problematiza cierta dialéctica que ha marcado la interpretación del arte y el conocimiento, cuyos extremos serían nitidez contra opacidad, transparencia frente a hermetismo, luz y apagón. Sin embargo, existen numerosos caminos disruptivos, oclusiones, diagonales y parpadeos. La celosía ofrece aquí toda su potencia literal: se trata de un espacio dispuesto para mirar, pero al mismo tiempo es una encrucijada desde donde poco se puede hacer, donde nos vemos obligados a traducir, o a descifrar. Una atalaya y una clausura, un refugio y una prisión, ¿no son ambos «excesos» el peligro de lo visible, los miedos y las imposibilidades del leer, la tentación del escribir? Comisario: Valentín Roma

La Virreina. La Rambla, 99 08002 Barcelona España

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http://www.mararza.com

Imagen: Mar Arza