La muestra agrupa parte de su producción más reciente de Javier Pérez, que incluye esculturas y dibujos, piezas en su mayoría inéditas en España.
Con una particular visión cíclica del tiempo, en la que la vida y la muerte son solo dos estadios dentro de la permanente transformación, Javier Pérez enfatiza y desafía poéticamente la frágil línea entre conceptos paradigmáticamente antitéticos como atracción y rechazo, interior y exterior, opacidad y transparencia, carnalidad y espiritualidad, o vida y muerte, invadiendo el espacio expositivo con una perturbadora e inquietante, aunque no por ello menos esperanzadora, carga de fragilidad.
“El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho. El tiempo es un río que me lleva, pero yo soy el río” escribió Jorge Luís Borges. Javier Pérez parece recoger el mensaje y entregarse también al flujo vital de la Naturaleza como medio para evidenciar y mostrar sus inquietudes y reflexiones acerca del paso del tiempo. “Me interesa la ambigüedad que muestran ciertas formas. Existe una familiaridad entre lo animal y lo vegetal; ambas están determinadas por la misma ley implacable: solo existen en un estado de transformación constante” nos dice Javier Pérez.
Híbridos de formas imposibles y ramajes aparentemente yermos configuran las series de bronces Vida latente (2016) y Brotes I-II-III (2017), en las que lo vegetal, lo animal y lo mineral se fusionan para mostrarse sin pudor como portadores de vida latente.
Ramas de melocotoneros, de estoicos olivos o de almendros en flor, brotan de corazones palpitantes en una violenta explosión de vida renovada, poniendo en evidencia, al igual que en la serie de dibujos Fuentes de vida (2016), la transitoriedad de todo ser vivo, así como su  responsabilidad y compromiso durante ese corto y fugaz tránsito
Madre (2014) trata sobre la estrecha e íntima conexión entre la vida y la muerte. La madre rodea con un abnegado y tierno abrazo el cuerpo inerte de su hijo, inclinándose y cubriéndolo de forma protectora con su propia piel/placenta en forma de manto. No obstante, en este caso, la madre no es la dadora de vida, sino la propia encarnación de la muerte. En una lectura revisitada de la iconografía religiosa, la Madre, como en un parto invertido, recoge y acoge en sus entrañas aquello que le fue negado en el momento de la concepción.
La muestra escultórica se completa con Un solo latido (2015), una metáfora sobre el deseo y la vulnerabilidad del ser humano ante el amor o el desamor y Máscara de seducción (2008) con la que el artista interpela al espectador cuestionando los conceptos de identidad y otredad.
El dibujo ha sido una disciplina constante en la trayectoria artística de Javier Pérez y sus creaciones forman parte de importantes colecciones de prestigio internacional, entre ellas la del Centre Pompidou con más de un centenar de sus dibujos. En palabras del artista:

“…el lápiz es más fino que un pelo, debe funcionar por acumulación. Gesto obsesivo y primario que recuerda a los gusanos de seda envolviéndose para crear volúmenes que se cierran. Nos encontramos así ante un interior misterioso en plena metamorfosis. Me gusta acercarme a esas perfecciones de la naturaleza, aunque se conviertan en un acto sofisticado…”.
Las series Lapsus (2017), Revelaciones II (2017) y Revelaciones III (2018) son un desafío a su propio estado físico y emocional: tinta aguda, penetrante y ligera, papel empapado hasta la médula, gesto insistente, obsesivo, desliz inmediato surgiendo del subconsciente, sin interrupción, en horizontal, en estado meditativo y cerca del suelo como rastreando entre sus propias obsesiones.
Los dibujos se van configurando a modo de “pneumogramas” musicales, partituras en las que  la armonía viene dada por la multiplicación y superposición de capas y el ritmo por la frecuencia acompasada de su respiración hasta la aparición orgánica de melodías aleatorias.

Javier Pérez (Bilbao, 1968) es uno de los artistas contemporáneos con mayor proyección internacional de su generación.
Tras su paso por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y la École Nationale Supérieure des Beaux-Arts de París (ENSBA) –ciudad donde fija su residencia entre los años 1992 y 1997– Javier Pérez irrumpe con fuerza en el escenario artístico internacional con su primera muestra individual en la Galería Chantal Crousel de París en el año 1996 y, un año más tarde, con su primera exposición museística en el Musée d’Art Moderne et Contemporain de Strasbourg.
Sus obras se caracterizan por un cierto sincretismo, tanto por los procedimientos como por los materiales utilizados. Escultura, fotografía, dibujo, video y performance se utilizan de manera independiente y en conjunto para crear instalaciones en las que la interacción y la exploración son esenciales.
La instalación es uno de los grandes formatos habituales en su trayectoria artística. En el año 2001 representa a España en la 49th International Art Exhibition La Biennale di Venezia, con la instalación Un pedazo de cielo cristalizado. En el año 2004 realiza la instalación Mutaciones en el Palacio de Cristal, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid. En 2009 presenta Lamentaciones en el Claustro de la Catedral de Burgos y en 2012 realiza El Carrusel del tiempo para la Karl-Böhn Saal por encargo del Festival de Salzburg.
Su trabajo forma parte de importantes colecciones como el Museo Guggenheim Bilbao, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía o el Centre Pompidou.
Javier Pérez vive y trabaja en Barcelona. (Carles Taché press-release)

Galería Carles Taché. Carrer de Mèxic, 19 (pasaje interior) 08004 Barcelona

https://www.carlestache.com

http://javierperez.es

Imagen:Madre. 2014.  Javier Pérez