TIERGARTEN. Jardín de las bestias. UN JARDÍN ROMÁNTICO ALEMÁN.
Empecé este proyecto como casi todos, sin saber a donde me iba a llevar. Descubrí el Tiergarten, y en seguida tuve claro que quería volver, que quería seguir haciendo fotos. Allí había algo que me interesaba. ¿El qué?
Lo que vemos en el Tiergarten es una idea, o si se prefiere una idealización de la naturaleza; una hermosa mentira sobre lo salvaje, lo bello, lo natural y lo bueno.
Tardé unos días en entender que aquello era un escenario que alguien había diseñado para provocar en el espectador todos aquellos estados de ánimo: sorpresa, misterio, fascinación, alegría, tristeza… Eso fue lo que mas me gustó. El artífice de este proyecto fue Peter Joseph Lenné a principios del siglo XIX.
Compuesto cuidadosamente, está lleno de trucos, reflexiones, reflejos y armonías secretas que nos invitan a proyectarnos en él.
porque a la mirada originaria del arquitecto se superpone la mirada y la experiencia única de cada uno de sus visitantes, por eso este paisaje tiene infinitas lecturas porque cada individuo recrea en él su propio mundo interior y el “zeitgeist” de su época.
Pero ¿que significa para mi ?
Cuando paseo por el Tiergarthen me siento como aquella niña que fui, y que había olvidado. El paisaje me acerca a aquellas emociones de la infancia parecidas a la plenitud y la felicidad. Es una exaltación de la naturaleza frente a la razón.
Me recuerda también la gran excitación que me produjo la lectura del primer libro que leí en mi vida: “Las desventuras del joven Werther”, de Goethe. Tendría unos 12 años. Lo leí en la cama, casi a oscuras, con miedo a que me sorprendieran, como si fuera un libro pornográfico o prohibido.
Este trabajo, me reconecta con una serie anterior: “Ventanas, Papeles y el Hombre del Saco” (año 2.000). Además, vuelve a tener algunas de esas características que me interesan, y que tienen que ver con los limites entre lo salvaje y lo civilizado, entre lo animal y lo humano, entre lo sublime y lo ordinario.
Me hace sentir la misma fascinación que me llevo a los gorilas, “De lo que no puedo hablar” (año 2.006) y que tiene que ver con una extraña añoranza, con la fantasía de cierto espacio idealizado en el que no haría falta la palabra porque estaríamos en perfecta comunión-comunicación con la naturaleza.
En esta ocasión un parque público y en el anterior caso el zoo, me permiten acercarme de una forma “segura” y “protegida” a esa ilusión de “lo salvaje” “lo primitivo” o lo que queda de “ello”. Amparo Garrido
Espacio Jhannia Castro, R. de Adolfo Casais Monteiro 16, 4050-385 Porto
https://espaciojhanniacastro.com
Imagen: Amparo Garrido. Tiergarten