La exposición lleva al espectador a un viaje audiovisual a través del absurdo de la existencia humana y la forma en que nosotros mismos la abordamos, con el típico sentido de autorreflexión y humor surrealista de Marty, y numerosas referencias a la psicología, la filosofía y la historia. Con una amplia gama de dispositivos artísticos, desde títeres hiperrealistas, esculturas de bronce, pinturas y collages hasta películas animadas, Enrique Marty se representa a sí mismo, a sus amigos / familiares, así como a figuras de la historia y de la mitología griega como extras tragicómicos y simbólicos en un épica grotesca.
Una obsesión constante en las obras de Enrique Marty es la relación entre el observador y lo observado. La base de esta obsesión se origina en una anécdota: un hombre que está observando (y posiblemente también juzgando) a un hombre obeso y extrañamente vestido en un tren, es observado y juzgado simultáneamente por Enrique Marty, quien finalmente se da cuenta de que él también está siendo observado. En resumen, las personas miran a los demás y hacen su propio juicio basándose en su propia perspectiva. En el universo intenso de Marty, todo se encuentra, en un crisol lleno de sueños, melodrama y exageración.