Juan Muñoz (1953-2001) se encuentra entre los artistas que, en la década de 1980, respondieron al minimalismo y a otras tendencias abstractas en el arte al poner en juego la escultura figurativa. Muñoz es un narrador que usa el dibujo y el espacio para representar sus figuras y objetos. Se trata de la situación básica que constituye el comienzo de cada historia: una persona ingresa en un espacio.

El espacio en sí es evocado por objetos cotidianos: una escalera de caracol, balcones, una barandilla. Estas son cosas familiares, listas y esperando como accesorios para una obra de teatro que nunca se realiza. En primer lugar, Muñoz dibuja la escalera de caracol en emulación de la figura giratoria tan típica de su trabajo. Los balcones indican la pared de un edificio y evocan un espacio al aire libre. El pasamanos marca un pasaje, ofreciendo seguridad, aunque con la cuchilla de un cuchillo abierto que representa una amenaza sin razón aparente.

Las figuras que Muñoz usa en su trabajo son títeres, enanos y bailarinas, todos motivos de la historia del arte, junto a personas comunes en situaciones familiares. De esta manera, crea situaciones similares a un teatro de cámara íntimo, escenificando juegos que oscilan entre la verdad y la ilusión, la risa y la tristeza, el poder y la impotencia. Sutilmente atrae al espectador hacia este reino, mientras que al mismo tiempo rompe cualquier conexión directa con las figuras representándolas de una manera realista, pero de tamaño inferior al real.

El arte de Muñoz es el arte de la fragmentación, esparciendo fragmentos de una ocurrencia desconocida. Las expresiones faciales y el lenguaje corporal de las figuras parecen articular algo, especialmente cuando interactúan en parejas o en grupos. Sin embargo, solo parecen estar haciendo algo. Cada figura se destaca y actúa por derecho propio, aislada y absorta en sí misma. Un ejemplo de esto se puede encontrar en el modelo con los bateristas, cada uno de ellos tocando solo y sin ser escuchado, con el espejo como audiencia. Otro se puede encontrar en las figuras dispuestas en sus Piezas de conversación sin pasado ni futuro, congeladas en una comunicación amistosa. Comisario: Dieter Schwarz. . (The Skulpturenhalle press-release)