Somos Nosotros es un colectivo de artistas españoles cuyo trabajo parte de las contradicciones, incertidumbres y paradojas que genera la escena artística, a través del video, la performance, la acción y la textualidad.
Los procesos de subjetivación y la identificación con una profesión creativa como algo asociado a la autorrealización ha sido absorbido por el neoliberalismo. Los productores culturales somos tomados como ejemplo de trabajadores ideales, nos autoprecarizamos, autoexplotamos, soportamos nuestras condiciones de vida precaria con paciencia e ilusión, convirtiéndose así en sujetos multidisciplinarios y polivalentes, a cambio de creer que planeamos en una vida distinta, libre, sin horarios ni ataduras, cuando más bien estamos viviendo en un espejismo de autonomía. Vivimos por proyectos, habiendo adquirido una serie de habilidades enfocadas a ganar Becas, Premios y Subvenciones que nos permita seguir en el búcle de la ilusión de pertenecer al ámbito artístico.
El término de origen latino “obsolescencia” está formado del prefijo ob(contra), y de la raíz solere (acostumbrar) o alere (hacer crecer). De cualquier modo, la palabra se relaciona con el hecho de interrumpir un proceso o una costumbre.
Hoy, como bien nos cuentan Begonya Garcia y Alfonso Fernández (SN), el artista ha sido emplazado fuera del arte. No es que haya sido expulsado, sino que ha perdido la titularidad de su hogar. La semiocracia -el gobierno y economía de los signos que, como el dinero, tienen equivalencias siempre mutantes- ha clausurado la cerrada relación entre estética y arte, abriendo un mundo en donde todo es estético y, por tanto, todo es arte: la política, el deseo, las finanzas, el trabajo, los afectos, la guerra… El Museo Guggenheim de Bilbao abrió sus puertas con una muestra de motos Harley-Davidson; el MOMA de Nueva York inauguró su nueva ampliación con productos Apple. Los antiguos “estigmas” del artista (entusiasmo, precariedad, hiperactividad, autoexplotación) son hoy los propios de los trabajadores de la nueva economía. La feliz condición de lo último (“the state-of-the-art”) se aplica hoy a cualquier cosa que prometa futuro, a cualquier cosa esbozada en el presente, pero ya obsoleta antes de producirse: el I+D, la empresa start-up. La desmaterialización explorada por el arte contemporáneo es hoy asunto central de la vida. Todo se hace aquí y ahora. El do-it-youself (versión anglosajona del Juan Palomo “yo me lo guiso, yo me lo como”, metáfora siempre impuesta interesadamente sobre los artistas) pretende hacer inútiles las comunidades, las deudas. Cada uno es amo y señor de su propio destino: somos pobres, no porque seamos millones los condenados a la miseria, sino porque “no nos lo hemos montado bien”.
Begonya y Alfonso están por otra labor: hay ciertas prácticas artísticas que no tienen voluntad de acabar siendo meros productos “visibles”, sino que buscan tejerse en colectivo, dando pie a injertos, relaciones, subversiones que anulen la ilusión de un arte ensimismado. No se trata de que “el arte” regale cobijas porque en la vida hace frío (“helarte”): el arte consiste en explicar –entre todos- por qué hace frio, por qué los afectos comunes deben ser un baluarte frente a la propia precarización; por qué no debemos esperar a que la política cultural (como pasa en España) regule la temperatura y sostenibilidad de nuestros espacios de encuentro y trabajo. La política cultural no es solamente el programa que gestiona el tejido creativo, siempre tendente a espectacularizarlo: es, sobre todo, la interdependencia de los pequeños tejidos capaces de transmitir sus querencias, sus investigaciones, sus inmersiones, con la clara voluntad de tener competencia pública, de tener incidencia en el discurrir general de la vida.
Unas prácticas creativas que quieran escapar de la mera obsolescencia fomentada por el mercado o por la instituciones de poder deben pasar, sí o sí, por la voluntad de influir en su entorno, por imprimir tiempos y maneras que desborden el mero ámbito del escaparate, cosiendo afectos sin reloj. Jorge Luis Marzo (Centro Cultural de España – Casa del Soldado press-release)
Centro Cultural de España en Panamá. Casa del Soldado. Paseo Esteban Huertas, Casco Viejo. Panamá.
Imagen: Somos Nosotros. Videoinstalación. “Nada que ganar, nada que perder.” 2015.