Albert Pinya está considerado uno de los artistas mallorquines de su generación con mayor proyección internacional. ¿Cronista ecléctico o enfant terrible? ¿Quién lo diría? ¿Figurativo o abstracto? Poco importa. La figuración de Pinya es tan abstracta como figurativa es su abstracción. Una imaginería libre de jerarquías lo ha acompañado desde sus primeras obras y, con el tiempo, se ha vuelto más nítida y directa. Ha adquirido un refinamiento que bebe del fondo de la historia del arte, recuperando y reintegrando pasajes de las vanguardias históricas y el modernismo, hasta el grafiti y la Neue Wilde. Un fruto posmoderno, quizás. Pinya puede jugar con diferentes estilos históricos en una misma obra o referirse a un solo estilo y darle la vuelta.

Semper quæro, del latín Semper desidera (siempre buscando), es una elección tanto estilística como formal: por un lado, la decisión de usar una expresión de una lengua muerta; por otro, la combinación de insaciabilidad, curiosidad y experimentación que define el sello estilístico de Pinya. Un artista anacrónico.

Fondazione Mudima_Via Tadino, 26. Milán

Imagen: Fondazione Mudima

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